jueves, 30 de abril de 2015

Viena (Uno)

Wien (Ein) (o sea, Uno)

Yago y Ana, tíos de Blanca, tienen la inmensa suerte de viajar pronto a Viena: me piden que les cuente alguna cosilla… ¡De mil amores, por ser para ellos, y por hablar de Viena…! Empiezo ahora, ya me direis que pare…

Llegas al Aeropuerto de Viena, Flughafen Schwechat, ligeramente anticuado y no demasiado funcional, y un rápido y moderno tren verde, el CAT, por un importe sensato (11 oiros, que son los euros en Alemán), te conduce al centro de la ciudad: te acuerdas de Margaret Thatcher, de su santa madre, y del Gatwick Express, que es más caro que el vuelo desde Barcelona: sabes, desde el primer momento, que estás en un país y en una ciudad gobernados durante muchos años por honestos socialdemócratas, preocupados por ofrecer servicios de calidad a sus refunfuñantes conciudadanos que, no obstante, en los últimos años muestran una cierta tendencia al voto xenófobo y nacionalista…En el tren charlamos agradablemente, en correcto Portuñol, con un revisor angoleño, elegantísimo en su verde uniforme que contrasta con el negro lustroso de su piel: nos dice que vive bien en Austria… más a nuestro favor.

Hemos coincidido en el avión con un amigo y correligionario, que se desplaza a Viena para asistir a una importante reunión política: nos lo encontramos en el vuelo de regreso y me confirma que la reunión ha sido interesantísima, con el pequeño problema- eso sí- de que solo se hablaba en Inglés, y él -algo mayor que yo, y por lo tanto, francófono- no conoce ese idioma…le han prometido que le enviarán todos los documentos, para que se los haga traducir…En Austria, por supuesto, se habla Alemán, con algunas diferencias dialectales, sin importancia si no tienes que pedir albaricoques -se llaman “Marillen”- y si sabes que “Servus!” quiere decir algo así como “¡A su entera disposición!”, pero la mayoría de la población habla o por lo menos entiende el Inglés. Muchos hablan también Español de turista en las Baleares, por lo tanto, kein Problem!

Abandonas el agradable útero materno del CAT, y te encuentras en el mismísimo centro del Casco Histórico de Viena, a pocos metros de la Catedral. “Casco Histórico”, en zonas dentro del radio de acción de las Fuerzas Aéreas anglonorteamericanas, quiere decir edificios cuidadosamente reconstruídos a partir de postales, aunque conservando la estructura de calles y plazas, salvo en los lugares en que se permitieron alguna concesión a la modernidad, como el edificio de metal y cristal frente a la Catedral con el que tanto disfrutamos los fotógrafos, aprovechando los reflejos. El casco histórico de Viena es abarcable para un paseante, de calles anchas y bien organizadas, plazas donde deben estar, edificios que han sabido conservar muy bien el aire que debieron tener antes de que les pasase lo que les pasó, comercio de calidad y muy poco tráfico rodado. Algo así como el Paraíso del Peatón. Tan solo en la parte próxima al Canal del Danubio encuentras calles más estrechas e irregulares y con un cierto tonillo canalla, que no pasa de una mayor presencia de locales de kebab… y alguno de tapas españolas. Habrá, como en todas partes, una Viena cutre, pero el turista, si anda con tiento, no la ve.

Le falta, eso si, ¡ay!, buena parte de su alma, de aquello que hizo de Viena, durante un breve periodo de tiempo, algo así como la Capital del Mundo Civilizado, el lugar donde agonizaba toda una Civilización, la Viena que va de Metternitch a Dollfuss… todo un Mundo, cruel y duro en sus entrañas, pero suave y amable en la superficie -lo que no es poco-, que dio en Viena algunos de sus mejores frutos, justamente durante el larguísimo y letárgico reinado de Franz Joseph… y lo hizo en un caldo de cultivo ideal, la capital de un Imperio -“Cárcel de Pueblos”, lo llamaban los que aún no sabían lo que eran las cárceles de verdad-, que reunía en torno a la Corte ciudadanos venidos de todos sus confines: Polacos, gallegos de Galitzia, bohenios, moravos, eslovacos, ucranianos, húngaros, rumanos de Transilvania, eslovenos, italianos de Trieste y Friuli, croatas, bosnios… y judíos, muchos judíos… no es extraño que el jóven Hitler renegase de ella, al encontrarla “muy poco alemana”… falta ahora por completo ese aire “Kakano” tan magistralmente descrito por Musil… “Kakania”, el nombre que el escritor daba a su país, procede de “K und K”, “Kaiserlich und Königlich”, “Imperial y Real”, en referencia a la doble corona de los Habsburgo… pero “Kaka” viene a querer decir lo mismo que en Español… volveré a hablar de Hitler y de Musil, cuyo “Hombre sin Atributos” (horríble traducción de “Der Mann ohne Eigenschaften”, que hace pensar que el protagonista ha sufrido alguna dolorosa amputación; prefiero la traducción francesa, la primera que leí, “L’homme sans qualités”) recorrerá bastantes veces estas líneas.

Hoy, Viena es una ciudad absolutamente austriaca: blanca -rubia-, católica y con cierta tendencia al sobrepeso, que me la hace aún más agradable: ha intentado construir una identidad al márgen -ligeramente diferenciada- de la alemana, tarea tan inútil como lo sería para la Luna esquivar el campo gravitatorio de la Tierra, y lucha contra su complejo de país pequeñito y poco conocido con artificios tan inocentes como la venta en las tiendas de souvenirs del conocido rombo amarillo con un canguro en su interior -una señal de tráfico muy común en el Outback australiano- y la leyenda “No Kangaroos in Austria!”, “¡Ojo, no nos confundáis con Australia…!” Ignorando quizás que el primer descubridor español de las islas al Sur de Nueva Guinea las bautizó con el nombre de la dinastía entonces reinante en España: la casa de Austria…

Y esa germanicidad de Viena salta a la vista incluso en la presencia, en la mayoría de las sastrerías del Centro, de la vestimenta tradicional, que comparten con buena parte de Germania: los sombreros de fieltro verde, las chaquetas de Loden, los pantalones cortos de cuero -Lederhosen-, los Dirndl femeninos… que, además, ves lucir por la calle sin ningún motivo aparente… nos cruzamos con un grupo numeroso, posiblemente bajado de un autocar, vestidos todos con sus prendas tradicionales: tres turistas hispanos, desde la acera, los contemplaban con asombro… “¡Será una despedida de soltero…!”, zanjó el tema uno de ellos…

He hablado del “Canal del Danubio”, y ahí debo abordar un tema doloroso… el Danubio, Der blaue Donau, dejó hace años y años de pasar por Viena: en claro contraste con su hermana menor, Budapest, donde el río es eje, espejo y referencia continua de la ciudad, el río madre de Centroeuropa pasa por las afueras, entre torres de oficinas y polígonos industriales… queda, en zona urbana, un Canal del Danubio, muy correcto, donde atracan los barcos rápidos que van a Bratislava -ya hablaremos de ellos-, y que le devuelve un poco el toque fluvial que en su día pudo tener… pero, sorry -¡Perdón, Es tut mir Leid!-, Viena pertenece a la triste categoría de Ciudades Sin Río, y se ríen de ella Londres, París, Praga, Zaragoza… ¡y hasta Madrid, con su maquilladísimo Manzanares!

Lo que perdió en río, lo ganó en circunvalaciones: cuando se derribaron las murallas, sobre su trazado se construyó un paseo circular, como los bulevares parisinos, las Rondes barcelonesas, los Cosos aragoneses… el “Ring”, el “Anillo” que vertebra desde fuera el centro de Viena y, mediante una eficaz red de tranvías que lo recorren, hace muy fácil trasladarse de un punto a otro del casco histórico, ya que el Ring -que recibe distintos nombres según sus tramos- nunca está demasiado lejos. Dan al Ring algunos de los monumentos más conocidos de la ciudad -su impresionante Ayuntamiento, un pastiche neogótico de descomunales dimensiones, la parte posterior del Hofburg, la Ópera, la Iglesia de San Carlos Borromeo…- y, de una forma u otra, siempre vas a parar a él.

A cierta distandia del Ring -que es una vía pausada y urbana- rodea Viena una vía rápida y automovilística, el Cinturón, el “Gürtel”, ominoso término para los españoles, ya que un insospechado policía germanófono bautizó así la operación policial contra la corrupción cuyo principal sospechoso se llamaba Correa… de todas maneras, la Viena del Turista pocas veces exige cruzar el Gürtel; dentro del Ring hay distracción suficiente… ya hablaremos de ella en Wien, zwei…





Stephandom

Karlkirche

miércoles, 29 de abril de 2015

¡Hola a todas y todos!

A petición del distinguido público, amigas y amigos que me seguís en Facebook, inicio hoy la publicación de este Blog. Perdonaréis las deficiencias, prometo ir puliendo el asunto... ¡Un abrazo a tod@s!