miércoles, 17 de mayo de 2017

L'Ariège: de osos, maquis y semillas reales...

L'Ariège es mi agujero negro de los Pirineos. Injustamente, añado...




Subes al Port d'Envalira atravesando resorts de esquí que parecen calles de suburbios urbanos, con algún toquecito de piedra y madera, para que no se diga... tienes frente a ti el circo donde nace el Valira, había olvidado lo bello de ese lugar... tengo intención de subir al viejo Port, por la antigua carretera, pero me parece que va a descargar una tormenta de narices -luego queda en nada-, y opto por el túnel, aunque supongo que será bastante caro... dos o tres minutos bajo las rocas de Pyrene, y al salir...

¡Mocé, parece que hubieses atravesado el Túnel del Tiempo, no el d'Envalira!: al otro lado, laderas de pastos sin fin, hacia el fondo de un estrecho valle, por una carretera que podría ser una antigua calzada romana asfaltada... y ni un alma, nadie, ninguno... algún coche aparcado cerca de una cabaña pastoril, una señal indicando el desvío hacia unas pistas de esquí que se imaginan, pero no se ven... donde antes todo era cemento, iniciativa empresarial y riqueza imponible, hay ahora tan sólo soledad, calma y, seguramente, subvenciones europeas.

Estamos entrando en L'Ariège: es mi agujero negro en los Pirineos: a espaldas de Andorra, el Pallars Sobirà y La Val d'Aran, kilómetros de montaña y bosque que he rodeado muchas veces, pero nunca recorrido... curiosamente, la primera vez que salí de España lo hice siguiendo este mismo camino, en un viaje familiar desde Andorra a -destino habitual de las familias cristianas de le época- Lourdes... me hacía tanta ilusión, que preparé el trayecto etapa a etapa, dibujando el mapa: Ax les Thermes, Foix, Saint Girons, Saint Gaudens... deseoso de practicar mi Francés, todos lo estábamos... creo que fue en esta ocasión cuando mi hermana Pilar saludó con un ceremonioso "Bonjour, Madame!" a un bigotudo y sorprendido gendarme... luego resultaba que cada pueblo estaba lleno de exiliados o emigrantes -o las dos cosas- españoles, que nos recibían al grito de "¡Paisaaaanos..!", aunque supiesen que veníamos de la España Franquista, que les negaba el Pan y la Libertad.

L'Ariège es tierra de maquis -de maquisards- y de osos... en sus montañas, en sus bosques, se escondían los que luchaban contra los ocupantes alemanes o, simplemente, huían del Servicio de Trabajo Obligatorio, que pretendía que sustituyesen en sus fábricas a los obreros alemanes que estaban luchando en el Este... luego, en la práctica, resultaba que muchas veces también los sustituían bajo los tibios edredones de las semidesiertas camas conyugales, pero aún así el atractivo del STO era más bien escaso... los primeros maquisards eran excombatientes españoles, que ya tenían muy claro cómo las gastaba el Nuevo Orden Europeo, que a su olor de grasa de armas y pies sudados en botas altas añadía en España el menos tranquilizador aún de cirios, incienso y sotanas mal lavadas.



Los nazis perdieron la guerra en Rusia, los maquisards salieron del bosque y se transformaron en alcaldes de pueblo con banda tricolor y condecoración en la solapa... y ahora están ocupando su lugar los osos, traídos de Eslovenia... deseo con todas mis fuerzas que nunca más vuelva a haber maquis en los Pirineos, que todo el Mundo y le Monde pueda defender pacíficamente sus ideas, sin necesidad de  empuñar la Sten, pero estoy absolutamente a favor del Oso, mi tótem, ese bicho gordo, tragón y huraño con el que tanto me identifico... de acuerdo; de vez en cuando, se le va la mano y se carga alguna oveja, y estoy a favor de que quienes viven de la ganadería sean regiamente compensados por las molestias que puedan causarles los osos; pero su presencia en los bosques, la mera sospecha de que por allí ha podido pasar un oso... nos hace recuperar el encanto de la Naturaleza primigenia, un poco cabrona a veces, justo es reconocerlo, pero pura, libre, inocente, materna y virginal a la vez.

"¿Te gustaría encontrarte en el bosque con un oso...?", me preguntan sus detractores... según y como, depende de la distancia... pero a él tampoco le interesa, para nada, encontrarse conmigo, sin saber si soy un pacífico ecopijo o un depredador como Don Manuel Fraga Iribarne, que gloria haya, deseoso de hacerse un llavero con su "os penis", el huesecillo que tienen los osos dentro de la picha, o, sin ir más lejos, como nuestro campechano Rey Emérito... además, bien mirado, tengo un amigo que ha cazado un oso -negro, pero oso- en Canadá, mientras, que yo sepa, ningún oso ha cazado nunca a ningún amigo mío, ni tan siquiera a un conocido, y eso que les podría dar ideas...



Ax les Thermes es a donde me gustaría que me llevase en una sillita de ruedas mi cuidador andino cuando esté bastante más cascado que ahora: parece aburrido de narices, pero plácido, agradable, limpito, con un casino que prefiero no imaginarme, lleno de señoras gastándose la pensión en las maquinitas, unos baños -termales, por supuesto- con cierto aire decadente, pero actualizados y funcionales, y restaurantes con mesitas al sol y a la sombra,  animados y acogedores... comemos en uno de ellos; nos atienden dos chicas muy jóvenes, una nos confiesa que es su primer día de trabajo... son agradables, son monillas, tienen un delantal y un PDA, pero ni idea de lo que se traen entre manos... corre la falsa creencia de que para camarero vale cualquiera dispuesto a trabajar muchas horas por poco dinero: falso: cualquiera -y a la vista está- vale para ministro, pero un buen camarero es una rara joya; bueno, hacen lo que pueden... el plat du jour es un estofado de cordero... os apuesto lo que queráis a que es imposible encontrar en Sobrarbe un restaurante donde ofrezcan estofado de cordero, y será por falta de corderos... éste me recuerda a los que hacía, un día sí y otro no, mi tía Encarnación... por desgracia, lo acompañan de una ratatouille con bien de tomate, que aparto con gesto ofendido... para beber, una Pelfort; en tres días probaré cervezas muy distintas, pero esta, de un cierto aire alemán -o alsaciano, no la liemos- me sabe de maravilla.



Foix -ese pueblo grande, o ciudad pequeña, que nunca sabemos si pronunciar "Foij" o "Fuá"- es nuestra segunda y última etapa en Ariège: tiene una gran periferia de Carrefours y naves industriales, y un casco antiguo agradable y apañado, dominado por el castillo de sus Condes: y ahí se centra mi atención, porque la Casa Condal de Foix- o de Fuá- pudo haber cambiado muchas cosas...

Al fallecer Doña Isabel la Católica, rompiéndose así la imagen que los viejos asociamos al llorado billete de Mil Pesetas, su aún relativamente joven viudo, Don Fernando, el Ligeramente Menos Católico, contrajo matrimonio con Doña Germana de Foix, hija de los condes, y prima del rey de Francia, conprometiéndose a nombrar heredero al posible hijo que tuvieran. Se hubiese deshecho así la unión entre Castilla y Aragón, pivotando el nuevo eje de alianzas hacia el Poderoso Vecino del Norte, que se suponía -sin fundamento alguno- menos voraz que el Poderoso Vecino del Sur.

Si la semilla del Rey, vertida tan generosamente en tantos lugares agradables y acogedores, hubiese conservado un cierto potencial, la Historia hubiese dado un giro sorprendente, y hoy Castilla -capital, Lisboa- y Aragón -capital, Valencia- podrían ser Estados vecinos y amigos, e intercambiarse votos en el Festival de Eurovisión... pero el zagal que tuvieron duró horas... podría haber sido también rey de Nápoles, y hoy una poderosa Camorra aragonesa explotaría oportunidades de negocio más o menos turbio en los Cinco Continentes... pero lo históricamente más probable es que Aragón, sin los Tercios castellanos y el Oro de Indias, hubiese entrado indefectiblemente en el campo gravitatorio del poderoso vecino del Norte; hoy, por ejemplo, Boltagne podría ser la capital del Dèpartement de Cinqué et Ará, llena de Écoles et Lycées republicanos y laicos, hablaríamos poniendo los morros en forma de acento circunflejo, podríamos comer fromages et fuás y beber vin rouge sin que se nos alterase el colesterol, y todas las señoras llevarían lingerie noire de dentelles...

Barajando esas posibilidades, desde la triste situación presente -sin más dentelle noire que la mantilla de la Cospedal el día del Corpus- paseamos por las calles de Foix o Fuá, recordando cómo continuó la insólita historia de Doña Germana; cuentan las malas lenguas -y la Wiki lo recoge- que Don Fernando, intentando mejorar sus perfomances reproductivas, abusó de determinadas infusiones de hierbas, y dejó viudita joven a Doña Germana, encomendándola, eso sí, a los cuidados de su nieto Carlos Primero; y afirman que, cuando llegó el germánico rey y futuro Kaiser, encontró a Doña Germana -su abuelastra- sumamente apetecible, y tuvo con ella más que palabras... ¡Caramba, Don Karl, eso no era una MILF, era toda una GILF...! De aquellos amores locos -"verrückt", si había un alemán por medio- tuvo Doña Germana una hija, y, para cubrir el expediente, la casó el Emperador con un noble tedesco de su séquito, de Brandenburgo, nada menos... que tampoco le duró demasiado a Doña Germana -que, por lo visto, tenía un peligro....-, viéndose obligado el buen Karl a buscarle nuevo marido, y hacerlos virreyes de Valencia, donde acabó sus días, fundando conventos y pasteleando a troche y moche en la política valenciana, que ya apuntaba maneras...

El coche nos espera, y aún quedan kilómetros hasta la Chambre d'Hôtes que nos aguarda, más al Norte, ya en el corazón del Midi...






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