jueves, 5 de octubre de 2017

Sindicalismo para esquiroles: ejemplos prácticos.


Cosas veredes, Sancho, que harán hablar las piedras... (apócrifa, atribuida a Don Quijote, quizás es de su cuñado)

Ha sido para mí motivo de honda satisfacción contemplar el espectáculo de mis excompañeros, funcionarios de la Generalitat de Catalunya, secundando como un solo hombre y una sola mujer, al igual que los heroicos proletarios bolcheviques de la Acería Putilov, ahora vendrá a hacer cien años, una jornada de huelga; si Isona Passola tuviese el temple de Eisenstein, y Lluis Llach el nervio y la furia de Shostakovich, ¡Qué hermosa obra de arte podrían legarnos, urdiendo tan épicos mimbres...!

Y la cosa es mucho más de admirar, porque, cuando yo formaba parte de él -y tampoco hace tantos años de eso- era un colectivo más bien comodón, manso, sufrido, pastueño... y me atribuyo una dosis de culpa, pues en el tiempo en que ejercí de representante sindical, encuadrado en el Sindicato de la Administración de la Generalitat, de Comisiones Obreras, es obvio que fracasé en mis vanos intentos de insuflar conciencia de clase y firmeza revolucionaria en sus corazones y sus mentes, por no mencionar otros órganos donde el vulgo sitúa habitualmente -sin ninguna base científica- dichos sentimientos.

Cuando, después de debatirlo en asambleas a las que solía asistir una fracción mínima de la plantilla, nos decidíamos a convocar una jornada de paro, a la hora del comienzo del horario laboral me constituía en piquete informativo unipersonal, en la puerta de mi Departament, con un fajo de papeles en la mano: era gracioso verme allí, de americana y corbata -no iba a disfrazarme de borroka para la ocasión; iba de diario-, intentando convencer a mis compañeros para que secundasen la jornada de "lucha"... una vez me pilló de esa guisa el Secretario General de la Confereración, José Luís López Bulla -también siempre correctamente vestido, por cierto- y se reía, considerándome "El piquete más elegante que había visto nunca"...

¿Eran efectivos mis esfuerzos...? escasamente... en una de esas ocasiones, poco antes de comenzar la jornada laboral, subí a dejar algo en mi mesa, y, ante mi sorpresa, descubrí que mis compañeros de trabajo se habían conjurado para llegar un cuarto de hora antes -cosa insólita, por cierto- para que, como uno me contó que se había dicho, "El Revi no se enfade..."... allí estaban, charlando y tomando café, sin atreverse a mirarme a los ojos... reconozco que es una de las pocas veces en mi vida en que perdí un poco los papeles, y les grite: "¡Ya que habéis venido para que no os descuenten el día, poneos a trabajar por lo menos, cabrones...!"... no me lo tomaron en cuenta y, en las siguientes elecciones sindicales, me votaron otra vez... y que conste que los sueldos que cobrábamos eran bajos, siempre por debajo de nuestras expectativas, por supuesto, aunque quizás no de nuestros merecimientos, pero no hasta el extremo de que una familia pudiese pasar hambre si, aquel mes, cobraba 29 en vez de 30 días... aunque también es cierto que cuando nos llegaba la nómina con el descuento a los cuatro rojos que habíamos parado, siempre te llevabas el susto... "¿C...., tanto cobro por día...?"

Pues bien; ha sido jubilarme yo -aunque ya hacía años que no ejercía- y esa alegre bandada de esquiroles que saltaban de pino en pino se ha transformado en manada de leones combativos, unidos tras sus sindicatos convocantes - alguno de los cuales ni tan solo me suena-, y han conseguido detener por un día la máquina de la Administración... cierto es, todo hay que decirlo, tras una jornada en que muchos de mis conciudadanos descubrieron, al igual que el joven Buda al abandonar el Palacio de sus padres, una de las crudas verdades de la vida; la policía pega... algunos ya lo sabíamos de antes, yo he visto pegar a policías de diversos regímenes y colores, y aún guardo el recuerdo de una carga de las CRS en las calles del republicano y democrático París que me puso los colgajillos en la garganta, pero, al parecer, para muchos felices mortales -felices hasta aquel día, por lo menos- el Domingo fue su Primera Comunión.

Tras mi asombro y mi admiración, viene mi reflexión... ¿Dónde fallábamos...? ¿En qué nos equivocábamos....? analizo, analizo, y llego a una conclusión, seguramente parcial y errónea... "Quizás, si les hubiésemos dicho que no les iban a descontar el día..."








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